M.V.M.

Creado el
7/4/00.



El señor de los bonsáis

Vespito.net

mayo 1999


portada Es un cuento que mezcla el estilo de los antiguos cuentos chinos y la ciencia ficción, y recuerda mucho la primera obra de narrativa, más relato largo que novela, de Vázquez Montalbán, Recordando a Dardé.

    Como en esa narración publicada en 1969 y reeditada en Tres novelas ejemplares en 1983 y todavía a la venta (ver la introducción), El señor de los bonsáis está ambientado en un pequeño pueblo aislado del resto del mundo y el protagonista es un muchacho que investiga a un personaje que vive en una mansión en lo alto de una colina, aislado de la vida del pueblo y conduciendo actividades misteriosas.

    En este caso el joven Procusa (nombre también de uno de los protagonistas de Corazón de De Amicis) y sus amigos (uno de ellos, Biscuter, es hijo de un cocinero y «aprendiz del mismo oficio que su padre». Así Vázquez Montalbán empieza a atraer lectores jóvenes a la serie Carvalho) espían al señor Jai porque en su casa cultiva árboles pequeños y acaban descubriendo que el arte de los bonsáis se puede aplicar también a otras formas vivientes.

    El título El señor de los bonsáis tampoco es nuevo en la obra del escritor, que es siempre muy atento poniendo títulos. Hay un capítulo de Un polaco en la corte del Rey Juan Carlos con este título, concretamente el dedicado a Felipe González.
Según la —llamémosla— filosofía de los bonsáis, éstos «crecen dentro de un límite que tú mismo les has dado y los puedes hacer perfectos, mucho más perfectos que los seres vivos que crecen a sus anchas. Cada árbol tiene su alma y mientras lo cultivas y controlas su crecimiento te vas apoderando de su alma».

    Mientras los bonsáis son árboles este arte puede parecer interesante, pero parece ser que los poderosos adictos a esta rama de la jardinería acaban queriendo «cerebros bonsai y encadenar a las personas mediante el silencio». De hecho la filosofía de los bonsáis se puede aplicar también al lenguaje:
    —Las ideas y las frases largas sólo están al alcance de una minoría— dice uno de los malos del cuento.

    Y el sabio del pueblo, el maestro Damicis (como el De Amicis de Corazón), desencantado explorador de todos los mayos que hay en la Tierra, lucha para que sus alumnos aprendan con lo que van viviendo y así, a diferencia de los bonsáis, crezcan.

    El relato, rico en moralejas como la diferencia entre la tiranía y el poder o la necesidad de que las palabras no tengan dueños, advierte de pasada y de forma divertida sobre la alienación a la que llevan la televisión basura (sobre la que esta web alberga un cuento casi inédito de Vázquez Montalbán) y —¡ay!— Internet. Pero que conste que el cuento fue escrito antes de que el escritor entrara en la red de redes.

    El libro lleva ilustraciones de Lluisa Jover.