M.V.M.

Creado el
13/6/98.


Más sobre O César o nada:

1) Artículos de Miquel Alberola, Salvador Enguix y Xavier Moret

2) Reseña de Santos Sanz Villanueva

3) Reseña de Miguel García-Posada


O César o nada

JOAQUÍN MARCO

ABC literario, 13 / 6 / 1998.


    Tras la aparición de sus ensayos literarios, reunidos bajo el título de La literatura en la construcción de la ciudad democrática (Crítica), simultáneamente, el padre del más popular de los detectives españoles de ficción incide en O César o nada en otra novela de género: la histórica. Tiene también sus reglas y limitaciones y permite suponer en el que la emprende un amplio conocimiento histórico del período elegido. No se trata, en este caso, de la España de la inmediata postguerra (que sería también ya novela histórica y que Vázquez Montalbán utilizó en otras producciones marginales a la serie de Carvalho). En esta ocasión, la empresa hubo de resultarle mucho más difícil y compleja, porque se trata de narrar las intrigas de una Roma renacentista dominada por la familia valenciana de los Borgia. Los personajes que protagonizan la historia son complejos héroes que hemos conocido a través de la historia, la literatura y el arte.
    Pero analizar la figura capital del papa Alejandro Vl, de Maquiavelo, de Savonarola o de Pietro Bembo no ha arredrado a un narrador que posee ya un sobrado dominio del arte del relato. Ha incluido en el retablo también a otros seres de ficción no menos fascinantes y sus tesis, sus puntos de vista y su concepción histórica parten de la intuición de César Borgia, uno de los hijos del papa Alejandro Vl, que sueña con un ejército papal fuerte capaz de unificar Italia frente a las presiones de los franceses, los españoles y la división interna de las principales familias de las ciudades-estado: la decadencia del peculiar feudalismo italiano que habrá de conducir, por imperativo histórico, a nuevos tiempos. Pondrá en boca de Maquiavelo —la verdadera conciencia histórica de la obra—, tras la muerte de César, una reflexión que constituye, a mi entender, la clave del conjunto: «Toda la modernidad viene de los filólogos y los comerciantes. Los filólogos hemos tenido la referencia de la cultura clásica, pero los comerciantes han tenido que entender lo nuevo a través de su propia práctica. Los banqueros y los comerciantes están haciendo su mundo [...] A partir de ahora tratarán de frenar la audacia de los hombres para imponer la razón del sistema, un orden no justificado por la virtud del individuo genial, un orden en el nombre de Dios. En el futuro algo habrá que hacer para escapar de este dominio. La liberalidad de estos tiempos ha sido excesivamente peligrosa».
    La novela histórica propone siempre referencias paralelas a la actualidad. Y aunque aparentemente poco tenga que ver la corte romana, los crímenes de estado o el uso de los lazos matrimoniales para asegurar futuros poderes con nuestra tecnificada sociedad, a lo largo del incitante desfile de personalidades el lector podrá advertir la permanencia de los comportamientos humanos. Ninguno de los pecados de la época están ausentes: la simonía (la compra del papado por parte de Rodrigo Borja), los crímenes de estado, las traiciones reales y el incesto atribuido a Lucrecia Borgia («conseguiría ser a la vez hija, esposa y nuera de su padre, según consta en los libelos de la estatua de Pasquino»). Permanece incólume el valor que los Borgia atribuyen a los lazos familiares. Vázquez Montalbán, en la intimidad, les hace hablar a ratos en valenciano. Reproduce también poemas en italiano y abundantes citas latinas clásicas y bíblicas. La corte se lamenta de la invasión de los "catalanes". Pero bajo el rico anecdotario que imprime interés a la narración subyacen conceptos políticos básicos: la ciudad-estado frente al Estado; el papel temporal del Papado, la necesidad de una Reforma que culminará, tras la muerte de César, en uno de sus descendientes, quien seguirá las huellas de San Ignacio de Loyola. En efecto, el virrey Francisco de Borja, Duque de Gandía, será consejero de Carlos I de España y acabará como general de la Compañía de Jesús, pese a las iniciales reticencias de Felipe II: «Los Borja están emparentados con cuatro casas reales y asumen más de doscientos títulos de nobleza en España, Portugal y Francia», admite el fundador. La excelente novela de Vázquez Montalbánn, con escasas concesiones, nos remite a una interpretación en clave política más amplia que la de las meras intrigas cortesanas que se nos describen o la sorpresa de descubrir entre sus páginas a los más altos valores del Renacimiento: Miguel Ángel, Botticelli, Ausiàs March o Joanot Martorell. Atención especial merece la figura de Savonarola, analizada al margen de los tópicos al uso, cuya revisión acaba de realizarse también en la Italia de hoy. En una inicial dedicatoria, el novelista califica su obra de "posthistórica". Elementos para interpretarla no han de faltarle al sagaz lector, si es que el término se entiende como guiño irónico.


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