M.V.M.

Creado el
8/1/2000.


Lo más tarde en primavera

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

El País, Cataluña, 30 / 11 / 1999


Públicamente se busca una coalición estable que haga posible la travesía de CiU más allá del 2000 y del 2001, pero en voz baja se dice que hay que aguantar hasta la primavera, a ver cómo queda el PP, es decir: si pierde o si es autosuficiente o no en caso de ganar. Paralelamente se debaten dos problemas de diferente significación pero de futura convergencia en el acierto o en el error. Ciutadans pel Canvi al parecer tiene que elegir entre integrarse en el PSC o una situación incómoda en el Parlament, que no en la sociedad catalana. La sociedad entendería mucho mejor que permaneciera como formación política coaligada pero autónoma antes que una fusión capaz de desvirtuar la interesante significación del movimiento y el no menos interesante formato. Por otra parte, la nueva inteligencia orgánica o inorgánica del nuevo abertzalismo catalán, situada equidistantemente de CiU y Esquerra Republicana, trabaja para la consolidación de una nueva futura coalición, al menos entre Convergència Democràtica y ERC, previsto el momento en que la despujolización pudiera dar paso a Duran i Lleida o al pasteurizado señor Mas, un objeto volante todavía no demasiado identificable. Esa nueva inteligencia abertzale ha salido al paso de la campaña de descrédito de ERC con motivo de la surrealista actuación de Carod Rovira en la jornada de investidura, desde la consideración de que la campaña la sustenta sobre todo Iniciativa per Catalunya para eludir la evidencia de su fracaso electoral.

    Es frecuente entre nosotros desnudar a un santo para vestir a otro, pero tan insuficiente me parece el análisis que ha hecho Iniciativa de su malísimo resultado electoral, como obtuso el autoocultamiento de la farsa del debate de investidura a cargo de la inteligencia orgánica o inorgánica del abertzalismo. Me parece milagrosa esa imagen de menàge a trois que están dando CiU, el PP y ERC, sobre todo porque el que más tiene que perder en esa cama es ERC, sin otra expectativa que recibir el colchón Flex en el caso que Pujol no consiga sucederse a sí mismo y el PP abandone a Convergència junto a la fosa común del tiempo. A la vista de cómo lo tienen las izquierdas realmente existentes, el debate por nacer sería la coincidencia posible entre los ciudadanos para el cambio que están en Ciutadans pel Canvi, y los que no estamos en ese movimiento pero sí somos partidarios del cambio y de la significación que el cambio tiene a estas alturas de la globalización y desde la defensa del derecho a las diferencias necesarias.

    Empezar esa coincidencia deseable tratando de asfixiar espacios socioculturales a Iniciativa perjudica inicialmente al aparato partidario de Iniciativa, pero más allá de estos agredidos concretos, queda un tejido social de izquierda heredero de lo que queda del imaginario del PSUC que algo tiene que decir para que la ciudadanía se organice realmente para el cambio. La inteligencia orgánica o inorgánica del abertzalismo, a la que así denomino no con sorna sino desde la dificultad de nombrar lo que no tiene nombre concreto, aunque sí apellidos ilustres como Joan Culla o Francesc Marc Alvaro, debería estar preocupada porque la dispersión de este espectro social del PSUC haya repercutido en el aumento de la abstención y es obvio que hoy por hoy esa rama sociocultural de un pino con algo más que tres ramas no se va a hacer abertzale, ni neoabertzale, sin que por ello abandone la coincidencia nacional que ha demostrado desde que gobernó con ERC durante la guerra civil, hasta que ha hecho frente al PP cuando no ha sido ésa la táctica ni la estrategia de CiU. A todos nos interesa una izquierda que no se abstenga porque sino acabaremos gobernados por omisión como en algunas de las democracias más avanzadas.

    La nueva inteligencia abertzale también espera el milagro de la primavera porque su discurso en pro de un pancatalanismo de progreso y autónomo, que no dependa de alianzas con el PSOE ni de alizanzas con el PP, es necesanarnente postpujolista y quién sabe si la primavera representa el comienzo del postpujolismo. De no ser así, tenemos cuatro años por delante para seguir constituyéndonos en ciudadanos para el cambio, independientemente de lo que haga o no haga Ciutadans pel Canvi. La crisis de la partitocracia está servida y si bien debemos asumir los restos de las formaciones políticas en parte adaptadas a la lógica de la guerra fría y en parte a la de la resistencia contra el franquismo y el centralismo español, también deberíamos empezar a asumir las nuevas estructuras identificatorias, como consumidores que somos de política en un mercado único pero lleno de estuches diferenciados. Deberíamos organizarnos para pedir la política que necesitamos y, de momento, pedirle cariñosamente a Carod Rovira que se reserve los monólogos con ritmo paralelístico para el día en que proclame lo improclamable. Que no lo malgaste el día en que votó a Pujol por omisión.