M.V.M.

Creado el
6/7/98.


Una sátira feroz contra la cultura del simulacro

ROSA MORA

EL PAÍS, 20/11/1993.


Manuel Vázquez Montalbán cuenta en Sabotaje olímpíco (Planeta) la historia de los Juegos Olímpicos de Barcelona desde la perspectiva de un año después, cuando "los dioses se han marchado al olimpo verdadero, pero ni siquiera, de creer a las autoridades económicas, han tenido la gentileza de dejarnos el pan y el vino".

Pepe Carvalho, o mejor dicho, el propio Vázquez Montalbán realiza un feroz ajuste de cuentas con el año de los prodigios 1992, en que España quiso presumir de los JJ OO y de la Expo de Sevilla como "dramatizaciones privilegiadas de su modernidad". Pero ¿existieron en realidad los Juegos? La novela nos hace dudar. Vázquez Montalbán se mueve en el más puro terreno de la imaginación y de la fantasía. Vean la historia: Carvalho ha cerrado su despacho de La Rambla. En su casa de Vallvidrera pretende escapar a la presión de las multitudes olimpicas que le empujan "al arcén de los coches deprimidos que no quieren correr porque han dejado de creer en la carrera". Pero su sueño acaba pronto. Es requerido para investigar un presunto sabotaje olímpico. Johnson ha recorrido los 100 metros lisos en seis segundos y cuatro décimas. Y lo que es peor, el 40% de los atletas negros no son negros. A partir de ahí se desencadena la locura.

Moraleja

"Es una novela alegórica en clave de farsa, que encierra una moraleja sobre la cultura de la imagen y del simulacro. Detrás está la tesis de unos JJ OO o de una Expo como manifestación cultural del simulacro llevada hasta su última posibilidad: un diseño hecho a medias por Mariscal y Walt Disney". Todo está permitido. Incluso que un submarino diseñado por Mariscal (que parece un zapato de tebeo y se pone en marcha por el simple mecanismo de hacer brrruuummm, brrruuummm) surque el Mediterráneo en busca de un idealista que intenta encontrar a nado los restos de la marina marxista-leninista "Bueno, admito que ése es un pequeño homenaje al Submarino amarillo" ¿y es posible que Bush y Quayle quieran bombardcar Barcelona porque la confunden con Bagdad? "Claro, no saben dónde está Bagdad ni dónde Barcelona. Puede parecer una exageración, pero yo no las tendria todas conmigo".

Los personajes que secundan a Carvalho, reales e inventados al mismo tiempo, no tienen desperdicio: un rey Juan Carlos que "redacta él mismo un curso intensivo de formación profesional permanente para reyes y principes en activo"; un Juan Antonio Samaranch, "primer franquista que llega a la categoría de catalán universal"; un Corcuera con "aspecto de picador de toros con mala leche"... "Utilizo a los personajes no como son realmente, sino a partir de una imagen en clave de humor, como figuras mediáticas. Hay un uso emblemático del diseño de toda esta gente para hacer una sátira de la cultura de los Juegos Olímpicos, desde la perspectiva de un año después, en que todo triunfalismo desaparece ante el fracaso y la impotencia de ver que no vamos en AVE, sino en tartana. Es una intepretación irónica a través de la especial mirada de Carvalho, que ya era nihilista antes y que cada vez se siente más melancólico".

Vázquez Montalbán admite que más de un lector puede sentirse sorprendido por esta nueva aventura de Carvalho pero nadie puede negar que, además de amarga e irónica, es también divertida. "Es una de las virtudes que puede tener; a pesar de la irritación, creo que es una novela de humor o de mal humor".

Carvalho sólo acepta investigar el sabotaje olímpico a cambio de que derriben la torre de comunicaciones de Foster que han construido al lado de su casa en Vallvidrera. Y no es de extrañar que esté enfadado. La torre provoca interferencias en su línea telefónica, en su televisor..., y dicen que cuando sopla el viento, los cables suenan como cuerdas de violin. Algo similar le ocurre a Vázquez Montalbán. No le ha gustado el impacto de los JJ OO en la ciudad. "No recuerdo que se celebrase una olimpiada cultural. Hubo dos ceremonias, de inauguración y de clausura, espléndidas, eso sí, pero nada más. Todo ha sido un gran negocio mediático y urbanístico. Nos ha quedado una ciudad llena de oficinas, pero vacía de negocios. Una posibilidad para salvarla sería que nombrasen a Barcelona capital de la Europa del Sur o capital adjunta de la Alemania unificada. Y que la deuda contraída la paguen todas las zonas que no entran en las postales y a las que no van los japoneses".

¿Está furibundo Vázquez Montalbán? "No, a mi edad ya no se puede. Me gustaría que la ciudad siguiera, que hagan lo que puedan. No soy partidario de cuanto peor mejor. Se ha pagado un precio muy alto por no haber consensuado democráticamente la reforma de la ciudad. Lo han hecho los príncipes, los arquitectos y los constructores, pero han participado muy poco los vecinos".


En clave de diseño

ROSA MORA

Una anticrónica se convierte en novela

Sabotaje olímpico fue concebida como una anticrónica de los Juegos Olímpicos de Barcelona que se publicó en capítulos en el suplemento olímpico de EL PAÍS. Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939) ha dejado reposar la historia y la ha reelaborado desde la visión de una Barcelona y una España del verano de 1993, cuando todos los fastos y la alegría del 92 ya han acabado y la palabra crisis está en boca de todos.

Pepe Carvalho nació en Yo maté a Kennedy, en 1970. Desde entonces, Vázquez Montalbán ha escrito una decena de novelas en las que el peculiar detective es el protagonista. Destacan, por citar sólo algunos titulos, Tatuaje, Las pájaros de Bangkok, Los mares del Sur o Asesinato en el Comité Central. Todas ellas siguen una línea muy definida, con argumentos sólidos, adscritas al género negro o policiaco y que el propio Vázquez Montalbán califica acertadamente de crónica de una ciudad y una época. Pues bien, esta linea se rompe bruscamente en El laberinta griego, sobre la Barcelona preolímpica y, sobre todo, en la última entrega, Sabotaje olímpico, sobre los Juegos Olimpicos, Vázquez Montalbán da con ellas un giro de 180 grados en la relación fondo / forma y cuenta su historia al margen de las fórmulas habituales a las que nos tenía acostumbrados. Ello no quiere decir, asegura el propio escritor, que las dos novelas con que prevé cerrar la serie (El premio y Milenio) recuperen la estructura y el lenguaje originales.

Imaginación y fantasía

Si en El laberinto griego mantiene aún una visión melancólica de la destrucción del paisaje urbanístico de una Barcelona que se prepara para los JJ OO con emociones, sentimientos y hechos naturales, en Sabotaje olímpico, Vázquez Montalbán da una nueva vuelta de tuerca, abandona todo convencionalismo, fuerza el argumento al máximo y nos lleva a una historia explicada en clave de diseño de Mariscal, a un mundo de pura imaginación y fantasía.

Evidentemente la novela mantiene los ingredientes conocidos del ciclo Carvalho: el detective, cada vez más viejo, desencantado, escéptico, preocupado por su sexualidad... el entrañable Biscuter, que se pierde los Juegos Olimpicos de Barcelona para seguir un curso de gastronomía; el vecino Fuster, e incluso se apunta el regreso de Charo, que un día abandonó a Carvalho y desapareció. Pero la mezcla de todo ello con la historia que cuenta Vázquez Montalbán da como resultado un cóctel explosivo, pero que se bebe muy bien.

Poeta, ensayista, periodista, novelista (no hace falta explicar a estas alturas quién es), Vázquez Montalbán lleva a su literatura todas sus obsesiones; sus libros no son neutrales. Y en esta ocasión su obsesión ha sido la Barcelona olímpica a la que ha querido retratar a través de una sátira social-política-cultural. El resultado es un divertido y gratificante esperpento. Manolo, sin dejar de sonreír, dispara con bala.