M.V.M.

Creado el
19/4/2003.


"Marcha" y Onetti

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

Tele/eXpres, 13/02/1974


La noticia de las detenciones de Carlos Quijano, Hugo Alfaro, otros responsables de la revista uruguaya «Marcha» y el escritor Juan Carlos Onetti, deja en primer plano la desigual batalla entre un débil guerrero de papel y el monolitismo del poder que en estos momentos arropa al presidente Bordaberry. Tras el desmentelamiento del Parlamento, de la libertad de expresión y de la Universidad, «Marcha» era como el tablón del náufrago para le conciencia progresiva de un país, que de la noche a la mañana, ha pasado de las más elevadas cotas de permisibilidad a las más negras honduras del autoritarismo.

El milagro de la supervivencia de «Marcha» hay que atribuirlo a su proyección extrauruguaya, a su carácter de órgano de opinión de la progresía latinoamericana. Desde hace treinta y cinco años y siempre bajo la batuta de Carlos Quijano, «Marcha» ha sostenido una continuada y esforzada batalla en defensa de su independencia crítica, una independencia a prueba, tanto de los flirteos con el poder, como de beaterías hacia izquierdismos coyunturales. Si algún compromiso ha mantenido «Marcha» inalterablemente, es con el sentido progresivo de los hechos.

El valor moral de «Marcha» se plasma en el temple de Carlos Quijano, un septuagenario que desde hace varios meses se niega a publicar el editorial habitual de la revista y lo sustituye por los decretos de Bordaberry que se oponen a la libertad de expresión. A pesar de estas graves limitaciones, el oficio de las gentes de «Marcha» les permite la «escritura entre líneas», no abdicar, en suma, del recurso de mantener el fuego sagrado crítico, aunque su calor y fulgor ya sólo sirva para los habitantes de las catacumbas.

En setiembre, Hugo Alfaro dirigió un SOS universal a los amigos de «Marcha» o a los simplemente sensibilizados por el problema de la libertad de expresión. El Gobierno había impuesto ceses temporales a la publicación y la economía de «Marcha» se resentía hasta el punto de que amenazaba ruina. Alfaro pedía «apoyo Informativo» y «apoyo económico». Según parece no faltó di del uno, ni del otro. Pero aunque sólo fuera por eso y por los agravios acumulados, «Marcha» ya se había convertido en una culebra muy difícil de tragar por el poder.

Ahora se ha buscado el pretexto de que en un reciente premio literario de cuentos, «Marcha» lo concedió a uno que ofendía la moral y atacaba a las Instituciones. Con las vigentes reglas del juego imperantes en el país es muy difícil no atacar la moral o las instituciones, conservadas ambas en el invernadero de los vegetales más frágiles. El show se ha montado por todo lo alto y no ha respetado ni a uno de los más importantes escritores de habla hispánica del siglo XX, Juan Carlos Onetti. Aunque las informaciones que llegan del Uruguay no hablan de las repercusiones internas que puede reportar «el caso "Marcha"-Onetti», de momento ya es sabe que el ministro del interior ha dimitido y que será sustituido por el de Educación.

No se sabe si ha dimitido debido a las críticas por haber creado un «Solzjenitsin» uruguayo o porque un ministro de Educación hilará más fina en este tipo de prefabricaciones. Son ya muchas las voces «sensatas», voces de extremo centro o de centro extremo, que piden término a esa «solución final» política que desde hace unos años asfixia progresivamente a todo el cono sur de América Latina.